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Era casi la hora de comer, la mañana se había pasado muy rápido entre los apuñados nervios que se reflejaban en cada ola. Sánchez incluso lloró, era demasiado joven para esto tan fuerte que estábamos viviendo y yo no me atrevía a llamar a mi novia Alejandra... Así que, sin hambre preparamos el almuerzo cada uno por un lado y al sentarnos en la mesa hablamos de qué íbamos hacer.
- Yo: Sánchez, no es por alarmarte pero en unas horas nos quedaremos sin gasolina... le expliqué
- Sánchez: en el mejor momento... ¿!Y ahora qué Pedro, ahora qué?!, subió el tono.
- Yo: Yo he pensando en una cosa que quizá podría funcionar- Sánchez: ¿a ver, que se te ha ocurrido?
- Yo: se trata de sacar la pequeña lancha que tenemos en la popa y salir al siguiente puerto a por gasolina. Así no levantaríamos sospechas puesto que si entramos con el barco en el puerto seríamos el blanco de todos.
¿Qué te parece?
- Sánchez: no se me ocurre nada ahora mismo la verdad.. haremos eso, que remedio.. Suspiró hondo.
Ya sabíamos lo primero que teníamos que hacer, comprar gasolina para seguir nuestro camino, o almenos intentarlo...
Terminamos de almorzar y el reloj marcaba las 14.32 de la tarde y le dije que fuera ya a por la gasolina. Sacamos la pequeña lancha, la arrancamos después de un buen rato intentándolo, puesto que hacía meses que no se arrancaba y menos mal que le quedaba un poco de gasolina, lo suficiente para llegar al puerto y comprar.
Salíó Sanchez, joven pero valiente, me prometió que vendría en unos 20 minutos aproximadamente.
Me quedé en la proa, tumbado mirando pájaros que pasaban por allí a la espera de Sanchez y las consiguientes buenas noticias. Pasaron 10 minutos, sólo 10 minutos y ya me sentía impaciente, así que me dirigí a la cocina y me bebí un chupito de vodka barato, es lo que encontraba por allí...
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