Me desperté, sudando, inquieto, mirando hacia cada una de las esquinas de mi habitación. Todo había sido una pesadilla, había soñado con una habitación oscura, gente gritando, la impotencia rebasaba mi cuerpo de los pies a la cabeza, y sólo una esquina, oscura, desconocida era la imagen de ese sueño, hoy me he levantado sin saber por qué, tampoco le he dado mucha importancia, puesto que hoy tengo muchas cosas que hacer.
Puerto de Gibraltar, 2 de Agosto de 1996
No era la primera vez, cuatro mil kilos de hachís dentro del barco. Estoy terminando de limpiar el barco, me encuentro en la popa y mi compañero no aparece, al parecer se habrá retrasado. Comprobé los niveles de aceite, combustible, sistema eléctrico, que hubiera suficientes defensas para el casco del barco, el radar configurado, los mapas por si las moscas, comida y agua suficiente para estos días. Todo estaba en su sitio, sólo quedaba esperar a que, de una vez, apareciera Sánchez, mi compañero de viaje.Al ver que no llegaba, cogí mi teléfono móvil y lo llamé:
-¿Sanchez?
- Dime Pedro
- Tío, ¿a qué estás esperando? Llevo más de una hora en el barco esperándote
- Tío, ¿a qué estás esperando? Llevo más de una hora en el barco esperándote
- Pedro, todavía no me han confirmado si el viaje está comprado, así que esperaré un poco a ver si me llaman a mi, sino les llamaré yo, dichosos italianos…
- ¡Ah! De acuerdo, aquí te espero, no tardes
- En seguida estoy allí, estoy llegando a la frontera
- Vale, hasta ahora.
- ¡Ah! De acuerdo, aquí te espero, no tardes
- En seguida estoy allí, estoy llegando a la frontera
- Vale, hasta ahora.
Me senté en el bordillo del pantalán, a la espera de que Sánchez que no tardó más de 5 minutos en aparecer ,por fin. Nos saludamos, fríamente, como si no nos conociéramos lo bastante, como si fuera la primera vez que le estrechara la mano. Entonces, me preguntó si había hecho la revisión general al barco, yo le asentí con la cabeza, también me preguntó que si había pagado la salida del barco, le dije que sí. Todo estaba a punto.
La llamada no llegaba, la llamada consistía en que los italianos nos confirmarán que tanto la Guardia Civil, Salvamento Marítimo, el banco y demás autoridades estaban al tanto del viaje y que podríamos ir libremente para desembarcar en nuestro destino. Esperamos un buen rato y esa llamada no llegaba, miradas inquietas, sacábamos el teléfono móvil una y otra vez del bolsillo, pero nada, no nos llamaban.
Sánchez cogió una pequeña caña de pescar que teníamos guardada dentro del barco, en el camarote de proa. Se puso a pescar mientras esperábamos, ya impacientes, la esperada llamada. Diez minutos después, algo había picado en la pequeña caña de pescar de Sánchez, lo sacó del agua y no parecía conocer que tipo de pez era, lo estuvo manoseando para quitarle el pequeño anzuelo, cuando de repente, la piel de sus manos empezó a enrojecerse y a hincharse.
Me dijo que le empezaba a doler, y que buscara algo en el botiquín de primero auxilios que teníamos , y le di una crema para a ver si así se le bajaba el hinchazón, pero no hacia efecto y Sánchez no paraba de quejarse del dolor, hasta que tuvimos que llamar a una ambulancia que vino rápidamente, puesto que no nos queríamos despegar del barco, había mucho pasta gansa en la mesa y teníamos que cumplir fuera como fuera. La ambulancia se lo quiso llevar hacia el hospital para que le viera un médico, pero Sánchez explicó que tenía que irse en de un momento a otro.
PD: Quien quiera recibir los siguientes capítulos, que me deje su correo en un comentario, en cuanto los haga, le mandaré el link con el capítulo.
Sánchez cogió una pequeña caña de pescar que teníamos guardada dentro del barco, en el camarote de proa. Se puso a pescar mientras esperábamos, ya impacientes, la esperada llamada. Diez minutos después, algo había picado en la pequeña caña de pescar de Sánchez, lo sacó del agua y no parecía conocer que tipo de pez era, lo estuvo manoseando para quitarle el pequeño anzuelo, cuando de repente, la piel de sus manos empezó a enrojecerse y a hincharse.
Me dijo que le empezaba a doler, y que buscara algo en el botiquín de primero auxilios que teníamos , y le di una crema para a ver si así se le bajaba el hinchazón, pero no hacia efecto y Sánchez no paraba de quejarse del dolor, hasta que tuvimos que llamar a una ambulancia que vino rápidamente, puesto que no nos queríamos despegar del barco, había mucho pasta gansa en la mesa y teníamos que cumplir fuera como fuera. La ambulancia se lo quiso llevar hacia el hospital para que le viera un médico, pero Sánchez explicó que tenía que irse en de un momento a otro.
PD: Quien quiera recibir los siguientes capítulos, que me deje su correo en un comentario, en cuanto los haga, le mandaré el link con el capítulo.
Muy bueno ángel, espero mas historias de Pedro y sanchez (:
ResponderEliminar