La vida no sería vida sin sonrisas, así que sonríe.

9 sept 2010

Sucesos de un poeta. Cap. 1

Capítulo 1

  Transcurría Agosto, era una noche en la que salí por la noche con los amigos, y me quedaba hasta la una o la dos de la madrugada charlando en algún parque del pueblo. Todo era normal, esa noche no me dio por pararme en el bar para tomarme algo, así que anduve hasta la casa de mi abuela, que es donde me quedo a dormir cuando estoy en el pueblo. 
  Llegué al portón de la casa de mi abuela, la típica puerta grande, antigua, que no hace ruido, claro. La cerré junto a los dos hierros que tienen por si acaso la fuerzan, los puse, y con la luz del móvil, me acerqué a la cerradura de la puerta de la casa, abrí ya sin dificultades al fin, ( a veces se me resistía  jaja ), fui al baño me lavé las manos y la cara como de costumbre antes de acostarme, fui a la nevera a explorar la fantástica nevera de mi abuela en la que siempre hay algo que me gusta, acabé con la bebida y subí las escaleras, la casa tiene ya muchos años, y en el descansillo de las escaleras, hay un cristo, el cual acojona a esas horas de la noche. 
  Recorrí el pasillo y me fui hacia mi cama de matrimonio, me quité todas las cosas de encima y las puse en la mesita de noche que tengo a los pies de cama. Entonces me puse a escuchar música del Ipod para poder dormirme, pero a la media hora por ahí, no cogía el sueño y decidi que era un malgasto de bateria. Me quedé mirando el techo, a esa lámpara que a saber Dios las cosas que habrá visto, entonces, escuché algo que venia de abajo y presté más atención sentandome en la cama, juraría que había escuchado abrirse el portón y la puerta y luego unos pasos por el patio central de la casa. Claro, como en estos caso mi gen de "investigador"  no tuvo otra mejor idea, que ir al baño de arriba y coger algo con que defenderme, bueno, abrí todos los cajones del cuarto de baño y no encontré nada punzante ni con que defenderme y el último acto de búsqueda, vi las cuchillas de afeitar de mi abuelo, y bueno, menos es nada, y si, como os lo digo, bajé por la escalera con una puta cuchilla "Gillete" para afeitar como único recurso para defenderme.
  Bajé acojonado por las escaleras, alumbrado con la luz del móvil y con mi arma blanca, entonces me asomé a la ventana de la puerta y estaba todo cerrado, tal y como lo dejé, me asomé a la cocina y al salón pero no habia nada, solo restos de la cena. 
Subí hacia mi cama, con la intención de que hubiera sido una alucinación mía y de que NADIE me había visto empuñando una cuchilla de afeitar bajando por las escaleras, habrá sido imaginación mía, pero la tensión esa noche bajando las escaleras no me la quitó nadie. 


2 comentarios:

  1. xddd.
    A todos nos ha pasado eso de sentir algún ruido y pensar que alguien ha entrado a casa.
    Menos mal que nadie te vió con la cuchilla xdd!

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Dando "el cante" en París

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