La vida no sería vida sin sonrisas, así que sonríe.

13 feb 2012

Historia de un Narco, Cap.5

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Seguía siendo 3 de agosto de 1996

Todavía me encontraba esperando a Sánchez, tras dos o tres "chupitos"de tapón de vodka barato que se encontraba en el mini-bar del barco. Quince minutos, y Sánchez no regresaba, y yo empezaba a impacientarme demasiado y me puse a dar vueltas alrededor de la proa. Entonces escuché el sonido de la pequeña lancha y vi a Sánchez en dirección hacia el barco, por fin. Levanté el capó y metimos la lancha en su pequeño garaje, después no tardamos en echar la gasolina al depósito y seguir rumbo a las costas italianas, no nos podíamos quedar en aguas españolas pues que podríamos ser arrestados en cualquier momento por los guarda-costas, ser arrestados y tanto Sánchez como yo queríamos evitarlo a toda costa porque él tenía que seguir cuidando a sus abuelos y yo a mi hija y esposa, Alejandra.

Me puse a conducir, y él mientras seguía mirando la televisión, por si acaso decían algo más sobre nosotros. Pero no, no había ninguna otra noticia relacionada con nosotros, entonces, respiramos hondo. Seguimos dirección hacia "la bota" con una velocidad moderada, no nos podíamos delatar nosotros mismos, sin embargo, Sánchez me decía que fuéramos un poco más rápido, que quizá en unas horas podríamos estar cerca y que todo este sufrimiento se acabaría. Yo le negué su proposición y seguí a la misma velocidad. Él siguió protestando y dijo que así  llegaríamos mañana por la mañana, de lo contrario, llegaríamos mañana al atardecer. Aun así, le negué su propuesta; la Guardia Costera nos podría pillar en seguida, la gasolina se consumiría más rápido y quizá nos tendríamos que arriesgar a ir otra vez a comprar más y no era plan de levantar más sospechas. Así pues, la decisión fue mía, mi experiencia y mis años en la mar me dijeron que no acelerase el ritmo de navegación y así hice.
Ya no quedaba comida, solo vodka, así que nos tendríamos que aguantar veinticuatro horas sin comer. Fue esta vez él, quien se puso a beber "chupitos" de vodka barato, pues no tenía otra cosa mejor que hacer. Así se pasó la tarde y la noche; el quedó dormido y yo seguí al mando de la embarcación hasta altas horas de la madrugada y tampoco me resistí a beber vodka. Gracias a que estuvo despierto y conduciendo, el navegador de abordo indicaba que estábamos a poco más de tres horas de las cosas italianas, y por ello desperté a Sánchez, animándolo de que todo iba a salir bien, mientras que sol empezaba ya a ponerse sobre nuestras cabezas.

Ya era 4 de agosto, de 1996. Dejé el mando a Sánchez, que a pesar de la situación se encontraba más animado después de que le dijera que estábamos cerca de Italia. Le advertí que de todos modos, no debería aumentar la velocidad a la que navegábamos, y no lo hizo. De todos modos, ocurrió lo que temíamos.

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