Otro año de nuevo, la noche más larga, la del Domingo, mi noche preferida, a las 00.00 el cielo es decorado con pinceladas de colores que se mezclan con el humo de la polvora y las estrellas. Esta vez me siento tan libre como aquel globo que a un niño se le escapó e intenta cogerlo saltando inútilmente hacia las nubes.
La noche transcurrió con normalidad, diversión, risas y demás, pero conforme pasaban las horas se acercaba la hora de correr el toro. Nunca lo había hecho, y tenía siempre la ilusión de hacerlo, y lo hice con mi hermano al lado:
"Eran las 6.45 cuando los nervios se dejaban asomar por mi cuerpo, el alcohol presente en la muchedumbre, el olor a marihuana suspendido en el aire, y el primer pistoletazo. 7.00 el de aviso, me pongo a trotar al ver que la gente empieza a hacer lo mismo, y los pocos minutos, el pistoletazo de salida, una masa de gente que empieza a correr muy rápido y que cada vez están más cerca de mi, no me lo pienso y me puse a correr a más no poder buscando la arena de la plaza, y claro, el burladero para ponerme a salvo de amigo de más de 5ookg, la arena, los gritos, el calor presente, la incertidumbre, fue un coctel de emociones que nunca sentí. Luego, al encerrar el toro, sacaron la vaquilla, la cual nos pasó a todos a centímetros mientras nos subiamos a las cuerdas para esquivarla, la adrenalina subía como la espuma de la cerveza del borracho que tenía al lado. "
Otra experiencia más que apuntar.
