Sucesos de un poeta, Cap. 3

Hola a todos, hacía tiempo que no escribía en esta sección, sucesos de un poeta, hoy os traigo una historia que mezcla el humor con la tensión. Fue una rara mezcla de sensaciones aquella tarde de Mayo en la playa. Os contaré esta historia tal y como ocurrió.

23 de Mayo del 2009. Amanecimos Alex y yo en mi almacén, donde habíamos estado toda la noche charlando, hasta que yo me dormí y él se puso a jugar con la ps2, recuerdo que estuvo toda la noche jugando y cuando me desperté todavía lo estaba haciendo. Sus padres nos esperaban en el coche para irnos a la playa. Llegamos, el agua no tenía una temperatura ideal para bañarnos, pero nos bañamos, nos hicimos fotos, hicimos un "tQ" con conchas, en fin fue una día bastante entretenido hasta que Alex y yo nos fuimos a dar una paseo por aquella playa que estaba desierta.
Paseando y escuchando música en aquel Nokia 5200 azul que tenía, mi cámara digital Nikon,  charlando nos alejamos bastante de donde estaban sus padres entonces ocurrió:

- Ángel:  ¡Ostias Alex, mira aquella pelota de tenis"
- Alex: Coño, voy a por ella.
Alex probó el agua con los pies, y estaba bastante fría y no se metió en agua.
- Ángel: Og! 'Pues entonces voy yo!.
Me tiré en plan "guay" y nadé hacia la pelota de tenis, el agua estaba bien fría y la pelota se encontraba a unos 25 metros de la orilla. La cogí y la elevé con la mano como si de un trofeo de fútbol se tratara. Quise nadar hacia la orilla, y lo intentaba una y otra vez, pero al paso de los segundos veía que algo iba mal, por más que nadaba no avanzaba, en cuanto menos lo esperé me di cuenta, yo iba a contracorriente, así que cogí fuerzas y me puse a nadar lo más que pude, fue en vano, mi corazón latía cada vez más rápido y me faltaba el aire Al ver que no podía y que no me quedaba otra grité
- Ángel: ¡¡Alex!! que no puedo más, ayudame, ¡¡corre!!.Grité desesperadamente.
Alex se tiró en plan "salvavidas" y nadó hacia a mí y me apoyé literalmente en él, recuerdo que me dijo "¡pedalea!" y es que yo estaban tan apoyado en él que estaba cargando con todo mi peso y poco a poco fui nadando con él hacia la orilla con la dichosa pelota de tenis en la mano. Llegamos la orilla.
Me senté en la arena, aturdido, pensando en lo que podría haber pasado y de lo valiente que fue Alex, le di un beso en plan colegueo y estuvimos un rato pensando. Seguimos con nuestro paseo, con las bromas de que esa pelota de tenis valía mi vida. Al menos decir que la pelota de tenis era " Wilson".

Al día siguiente lo contamos con expectación en el instituto, y quedó como una gran anécdota que hasta hoy queda en el recuerdo.